Bienvenidos al blog que trata de la primera guerra mundial

martes, 25 de noviembre de 2008

Concecuencias

Se calcula que la guerra produjo aproximadamente ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más afectado, proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos, equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañado por un déficit de nacimientos. El estancamiento demográfico francés se prolongó, con un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración. El norte francés estaba en ruinas: casas, puentes, vías férreas, fábricas, etc.
En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de
1919:
el Imperio del
zar quedó transformado en la Rusia comunista (más tarde la URSS),
el Imperio Otomano se redujo a
Turquía (península de Anatolia y Constantinopla),
el Imperio Austrohúngaro fue desmantelado y nacieron las minúsculas
Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes,
el
Imperio alemán llegó a su fin y fue reemplazado por la República de Weimar, mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra.
Nuevo equilibrio político mundial. Las colonias suministraron víveres, materias primas y soldados. Tras la guerra los pueblos coloniales no creyeron más en lo que se les había inculcado sobre la superioridad natural de la metrópoli y reclamaron una mejora de su situación. A este primer declinamiento de la influencia de Europa en las colonias, se sumó la expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto a Japón, y cuyas capitales se colocaron al lado de París y Londres en la escena internacional.
Transformación social. Las diferencias sociales se acentuaron con el enriquecimiento de los mercaderes de armas y el empobrecimiento de los pequeños ahorradores, los retirados y los asalariados afectados por la
inflación. Las mujeres adquirieron un nuevo lugar en la sociedad, y se volvieron indispensables durante toda la guerra, en el campo, las fábricas, las oficinas, las escuelas (para compensar la marcha de numerosos profesores). El feminismo progresaba, el derecho a voto fue acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos y Rusia, pero no en Francia.

Tanque de la Primera Guerra Mundial
Consecuencias tecnológicas. La contienda generó un intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra: fusiles de repetición, ametralladoras,
gases venenosos dando origen a la guerra biológica y química, hubo tanques, dirigibles y aviones, también se practicaron los bombardeos a las ciudades. La artillería multiplicó los calibres, aumentó el alcance y mejoró los métodos de corrección. El transporte motorizado se generalizó.
Consecuencias políticas en Alemania. Los cinco tratados tras la guerra, principalmente el creado en
Versalles, ocasionaron un ambiente de opresión hacia los vencidos. La nueva Alemania republicana sufrió las consecuencias del Imperio Alemán y su economía fue explotada por los vencedores. Así surgieron tesis tanto izquierdistas como derechistas para acabar con esta situación. Los golpes contra el sistema comenzaron cuando, en 1921, milicias comunistas se levantaron en Múnich. La revuelta fue sofocada. Adolf Hitler culpaba a los marxistas alemanes de la rendición alemana, alegando como pruebas la constitución progresista de Weimar y el armisticio a continuación. Cuando Hitler aun seguía en las trincheras, los militares alemanes convencían a la población civil de que la guerra podía ser ganada, mientras que confesaban a los políticos que la rendición era obligatoria. Pero Hitler sostuvo esta tesis en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores y, con ella, dirigió el denominado Putsch de Múnich de 1923 contra la sede del gobierno. El golpe militar fue aplastado y Hitler recluido en prisión durante nueve meses. Sin embargo en enero de 1933 Hitler fue nombrado canciller por el presidente Paul von Hindenburg y el 14 de octubre de 1933 triunfó en las elecciones, por lo que llegó al parlamento alemán

Otros Frentes

Frente Oriental
rusos asumieron la ofensiva en el frente oriental desde el comienzo de la guerra, de acuerdo con los planes de los aliados. En agosto de 1914, dos ejércitos rusos se adentraron en Prusia oriental y otros cuatro ejércitos invadieron la provincia austriaca de Galitzia. Tras una serie de victorias rusas, la evacuación de Prusia oriental parecía inminente; sin embargo, las tropas de refuerzo alemanas, dirigidas por el general Paul von Hindenburg, derrotaron definitivamente a los rusos en la batalla de Tannenberg, librada del 26 al 30 de agosto de 1914. Los cuatro ejércitos rusos que habían invadido Austria avanzaron incesantemente a través de Galitzia; conquistaron Przemysl y Bucovina, y se encontraban en situación de adentrarse en Hungría a finales de marzo de 1915. No obstante, una fuerza conjunta austro-alemana les hizo retirarse de la cordillera de los Cárpatos. En mayo, los ejércitos austro-alemanes iniciaron una gran ofensiva en la zona central de Polonia; hacia septiembre de 1915, habían conseguido expulsar a los rusos de Polonia y Lituania y habían tomado todas las fortalezas fronterizas de Rusia. Los rusos abandonaron Galitzia para hacer frente a la ofensiva; cuando ésta cesó, las líneas rusas se encontraban detrás del río Dvina, entre Riga y Daugavpils, y los alemanes se dirigieron hacia el río Dniéster. Aunque los Imperios Centrales no realizaron ninguna operación decisiva en el frente oriental entre 1914 y 1915, Rusia había perdido tantos hombres y tal cantidad de suministros que a partir de ese momento no pudo emprender acciones importantes. Este frente fue el escenario de notables combates durante 1914 y 1915, librados concretamente en la región de Masuria, entre los que destacan la primera (del 7 al 14 de septiembre de 1914) y la segunda (del 7 al 21 de febrero de 1915) batallas de los Lagos Masurios; ambas concluyeron con la victoria de los alemanes.

Frente Otomano
El Imperio otomano entró en la guerra el 29 de octubre de 1914, fecha en la que sus naves colaboraron con las alemanas en el bombardeo naval de los puertos rusos del mar Negro; Rusia declaró la guerra oficialmente el 2 de noviembre, y Gran Bretaña y Francia lo hicieron a su vez el 5 de noviembre. Los turcos comenzaron la invasión de la zona rusa de la cordillera del Cáucaso en diciembre, pero el escaso territorio que conquistaron se vio reducido considerablemente en agosto de 1915. No obstante, la presión turca en esta región había obligado al gobierno ruso a solicitar a comienzos de 1915 que los británicos llevaran a cabo una maniobra de distracción en el estrecho de los Dardanelos. En respuesta, la fuerza naval británica, capitaneada por el general sir Ian Hamilton bombardeó los fuertes turcos de los Estrechos en febrero de ese año, y entre abril y agosto se produjeron dos desembarcos de tropas aliadas en la península de Gallípoli; el primero, efectuado en abril, fue llevado a cabo por tropas británicas, australianas y francesas; en agosto acudieron más divisiones británicas. El objetivo de los aliados era conquistar los Dardanelos; sin embargo, la campaña de Gallípoli resultó un completo fracaso para las tropas aliadas, que en diciembre de 1915 y enero de 1916 se retiraron.

Frente Italiano
El Imperio otomano entró en la guerra el 29 de octubre de 1914, fecha en la que sus naves colaboraron con las alemanas en el bombardeo naval de los puertos rusos del mar Negro; Rusia declaró la guerra oficialmente el 2 de noviembre, y Gran Bretaña y Francia lo hicieron a su vez el 5 de noviembre. Los turcos comenzaron la invasión de la zona rusa de la cordillera del Cáucaso en diciembre, pero el escaso territorio que conquistaron se vio reducido considerablemente en agosto de 1915. No obstante, la presión turca en esta región había obligado al gobierno ruso a solicitar a comienzos de 1915 que los británicos llevaran a cabo una maniobra de distracción en el estrecho de los Dardanelos. En respuesta, la fuerza naval británica, capitaneada por el general sir Ian Hamilton bombardeó los fuertes turcos de los Estrechos en febrero de ese año, y entre abril y agosto se produjeron dos desembarcos de tropas aliadas en la península de Gallípoli; el primero, efectuado en abril, fue llevado a cabo por tropas británicas, australianas y francesas; en agosto acudieron más divisiones británicas. El objetivo de los aliados era conquistar los Dardanelos; sin embargo, la campaña de Gallípoli resultó un completo fracaso para las tropas aliadas, que en diciembre de 1915 y enero de 1916 se retiraron.

El frente occidental

El frente occidental.
plan inicial de la estrategia alemana era derrotar a Francia en el Oeste en poco tiempo, mientras una pequeña parte del Ejército alemán y todas las fuerzas austro-húngaras contenían la invasión rusa que se esperaba por el Este. Se confiaba en vencer a Francia rápidamente gracias a la estrategia de la 'guerra relámpago' contenida en el Plan Schlieffen, elaborado por el conde Alfred von Schlieffen, jefe del Estado Mayor alemán desde 1891 hasta 1907. Éste era el proyecto previsto: las tropas alemanas debían conquistar Bélgica, rodear a los franceses mediante movimientos rápidos y, a continuación, cambiar de frente y derrotarlos de forma rápida y contundente. Cuando se aplicó este plan en el otoño de 1914 parecía haber sido un éxito. La veloz incursión de los alemanes a comienzos de agosto aniquiló al ejército belga, que abandonó las plazas fuertes de Lieja y Namur y se refugió en la fortaleza de Amberes. Las tropas alemanas, que avanzaban a gran velocidad, derrotaron a los franceses en Charleroi y a la Fuerza Expedicionaria británica en Mons, lo que provocó la retirada de Bélgica de toda la línea aliada.
Al mismo tiempo, los alemanes expulsaron a los franceses de Lorena, que había sido invadida, y les obligaron a retirarse de la frontera de Luxemburgo. Los contingentes británicos y franceses no tardaron en retroceder hasta el río Marne, pero tres ejércitos alemanes se dirigieron rápidamente hacia su posición, por lo que tuvieron que cruzarlo. La caída de la capital francesa parecía tan inminente que el gobierno galo se trasladó a Burdeos. Sin embargo, una vez que los alemanes habían atravesado el Marne, los franceses, dirigidos por el general Joseph Joffre, rodearon París y atacaron al I Ejército alemán, mandado por el general Alexander von Kluck, situado a la derecha de los tres ejércitos que avanzaban hacia la capital francesa.
En la primera batalla del Marne, que se desarrolló desde el 6 hasta el 9 de septiembre, los franceses consiguieron detener al ejército de Kluck, que se había distanciado de las otras dos fuerzas alemanas y no pudo recibir refuerzos. Además, los alemanes habían perdido una parte de sus tropas el 25 de agosto, cuando el general Helmuth von Moltke, jefe del Estado Mayor alemán, pensando que ya se había alcanzado la victoria en el frente occidental, envió seis de estas unidades al oriental. La presión francesa sobre el flanco derecho alemán obligó al ejército de Kluck a retirarse, y posteriormente todas las fuerzas alemanas retrocedieron hasta el río Aisne.
Los franceses avanzaron e intentaron expulsar a los alemanes del Aisne, lo que provocó las batallas del Aisne, del Somme y la de Arras. Sin embargo, no fue posible desalojar a los alemanes de esta posición y éstos extendieron sus líneas por el Este hacia el Mosa, al norte de Verdún. Ambos contendientes intentaron entonces alcanzar el mar del Norte, donde se encontraban los puertos del canal. Los alemanes no pudieron alcanzarlo debido a que los belgas habían inundado la región del río Yser. La parte occidental de las líneas aliadas estaba ocupada por los británicos, que se hallaban ya en Ypres (situado en el extremo suroccidental de Bélgica) en la carrera hacia el Canal. Los alemanes, después de tomar Amberes el 10 de octubre, intentaron atravesar las posiciones de los británicos en Bélgica, pero no pudieron cumplir su objetivo tras las denominadas batallas de Flandes. En diciembre, los aliados lanzaron una serie de ofensivas a lo largo de todo el frente, desde Niewpoort por el Oeste hasta Verdún en el Este, pero no consiguieron conquistas territoriales significativas.
A finales de 1914, ambos bandos se encontraban atrincherados en sendas líneas que se extendían a lo largo de 800 kilómetros, desde Suiza hasta el mar del Norte. Apenas se produjeron cambios en este frente durante casi tres años. La batalla de Flandes representó el final de la guerra de movimientos en el frente occidental.
Desde finales de 1914 hasta casi el final de la contienda, ésta se convirtió en una guerra de trincheras o de 'desgaste'. El frente estaba formado por numerosas líneas paralelas de trincheras comunicadas y protegidas por alambres de púas y cada bando intentaba atravesar las líneas enemigas esporádicamente. Los británicos intentaron romper el frente enemigo en marzo de 1915, pero sólo capturaron la línea delantera de los alemanes. Éstos lanzaron un asalto fallido sobre Ypres en el mes de abril empleando gas de cloro; ésta fue la primera vez que la guerra química se practicaba a gran escala. La ofensiva conjunta lanzada por los británicos y franceses a lo largo del frente situado entre Neuve Chapelle y Arras en mayo y junio permitió que sus tropas avanzaran 4 km en el sistema de trincheras alemán, pero no se consiguió atravesarlo. Los británicos asediaron en varias ocasiones la ciudad de Lens durante el mes de septiembre, mientras los franceses atacaban la cresta de Vimy. Ese mismo mes, los franceses lanzaron un asalto a gran escala sobre un frente que se extendía desde Reims hasta el bosque de Argonne y consiguieron tomar la primera línea de trincheras alemanas, pero no pudieron avanzar hasta la segunda. En términos generales, puede decirse que durante 1915 no se produjo ninguna modificación en las posiciones establecidas a finales de 1914.

La Conferencia de Paris

La Conferencia de París(1919)
El 18 de enero de 1919, los representantes de los países vencedores se reunieron en la Conferencia de París, bajo la dirección del denominado Comité de los Cuatro: el presidente estadounidense Wilson, el Premier británico Lloyd George, el primer ministro francés Clemenceau y Orlando, el jefe del ejecutivo italiano. Son los tres primeros, sin embargo, los que realmente dirigieron unas negociaciones a las que los países derrotados se les prohibió asistir.

El 4 de octubre de 1918, los alemanes habían pedido un armisticio basado en las propuestas recogidas en los "Catorce puntos" de Wilson. Sin embargo, la realidad fue mucho más dura. Los países vencedores llegaron a París con ideas diferentes y compromisos, a veces secretos, adquiridos durante la guerra.

Pactos firmados por las potencias de la Entente durante la guerra:

Tratado secreto de Londres (1915) Italia se incorpora al conflicto junto a la Entente tras serle prometido por Francia y Gran Bretaña diversas anexiones: Trentino, Alto Adigio, Istria, la mayor parte de Dalmacia, Libia, Eritrea, Somalia y concesiones en Asia Menor (Anatolia turca)
Acuerdo Sykes-Picot (1916) Francia y Gran Bretaña acuerdan el reparto de las posesiones del Imperio Turco. Italia recibe vagas promesas sobre Anatolia.
Declaración Balfour (1917) Gran Bretaña promete a las organizaciones sionistas la cesión de parte de Palestina. Aqui nos encontramos con el origen del futuro conflicto arabe-israelí.

Tropas aliadas

Tropas aliadas avanzan sobre una posición enemiga
Entre 1914 y 1918 se desarrolló en Europa la mayor conflagración hasta entonces conocida. Motivada por conflictos imperialistas entre las potencias europeas, la "gran guerra", como se denominó originalmente a la primera guerra mundial, implicó a toda la población de los estados contendientes, así como a la de sus colonias respectivas.
La causa inmediata que provocó el estallido de la primera guerra mundial fue el asesinato del archiduque de Austria-Hungría, Francisco Fernando, en Sarajevo, Servia (posterior Yugoslavia), el 28 de junio de 1914. Austria presentó un ultimátum a Servia y el 28 de julio de declaró la guerra. El sistema de alianzas militares creado en los años precedentes entró entonces en funcionamiento. Rusia ordenó la movilización de sus ejércitos contra Austria, por afinidad con sus hermanos eslavos. Alemania, aliada del imperio austro-húngaro, pidió a Rusia que detuviera sus maniobras contra Francia, en la que se concentraría el máximo de fuerzas disponibles para lograr rápidamente una victoria que permitiera al ejército dirigirse contra Rusia. El plan fue ejecutado por el general Helmuth von Moltke, que dejó al ejército austríaco encargado de contener a los rusos en el frente oriental y dirigió la mayor parte de sus tropas contra Francia. El ejército francés, al mando del general Joseph-Jacques-Césaire Joffre, se dispuso a su vez a aplicar el plan XVII, contraataque centrado en el Marne.
Los alemanes iniciaron su ofensiva occidental con la toma de Leija el 16 de agosto de 1914. El 20 de agosto de este año entraron en Bruselas y tomaron Namur. La defensa francesa fue arrollada, pero en septiembre, cuando la balanza parecía inclinarse del lado alemán, el ejército de Joffre consiguió rechazar la ofensiva alemana en la primer batalla del Marne. El general alemán Erich von Falkenhaynm que sucedió a Moltke como jefe del estado mayor del ejército, hizo frente a una nueva ofensiva anglo-francesa. Tras las batallas de Yser e Ypres se estabilizó un frente que iba desde el canal de la Mancha hasta Suiza.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Batalla de Coronel


La batalla de Coronel o Batalla del día de Todos los Santos fue un combate naval de la Primera Guerra Mundial que se libró en aguas territoriales chilenas a la altura de la Bahía de Coronel (Chile), entre la flota del almirante alemán Maximilian von Spee - compuesta por los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneisenau y los cruceros ligeros Leipzig, Nürnberg y SMS Dresden - y la flota inglesa - compuesta por el Glasgow, el Crucero Monmouth, el Otranto y el Crucero Good Hope -, al mando del almirante sir Christopher Cradock, en la que resultaron hundidos el Good Hope y el Monmouth el 1 de noviembre de 1914, muriendo el almirante Cradock en la batalla.

El combate


 
Movimientos de las flotas durante la batalla.

Ambas escuadras se avistaron al atardecer del 1 de noviembre a 50 millas al frente de la bahía de Coronel, viniendo la escuadra alemana desde alta mar hacia el este y la escuadra inglesa pegada a la costa hacia el norte.

Cradock pensó en un ataque rápido y viró hacía la escuadra alemana con el Good Hope y sus cañones de 235 mm; a su vez, Von Spee viró a babor y se colocó paralelo. El Scharnhorst disparó hacia el Good Hope con un mayor peso y cadencia de tiro que el inglés. El Gneisenau disparó sobre los navíos menores. A la décima andanada la escuadra inglesa estaba desbaratada.

Ya anocheciendo, la escuadra alemana, sin mayores daños, dispersó a los restos de la escuadra inglesa. El Good Hope y el Montmouth estaban gravemente dañados.1

Una violenta explosión, al parecer en el pañol de municiones del Good Hope sirvió de referencia a los artilleros alemanes, quienes dispararon una salva en altura que cayó sobre el exánime navío y lo hizo estallar del mismo modo que el crucero de batalla Hood 27 años más tarde.

El Monmouth tenía un impacto a proa y se hundía lentamente; ya de noche (cerca de las 21 horas) se acercó el Nürnberg y remató al semihundido navío a cañonazos. El Glasgow y el Otranto huyeron mar adentro. El rescate de náufragos ingleses resultó imposible a causa de las grandes olas.

Luego de haberse reunido la escuadra alemana, se alejó del lugar hacia Valparaiso para reaprovisionarse. Este simple hecho daría tiempo a Inglaterra para adelantarse a la próxima jugada de Spee.

Consecuencias del combate

El golpe al orgullo británico fue duro, ya que desde 1741, a manos de los españoles, la Marina Real Británica no había visto una derrota tan humillante. El almirante John Fisher ordenó la inmediata partida del almirante sir Frederick Sturdee a la zona del conflicto, lo que desencadenaría otra batalla naval más, la batalla de las Malvinas.

Después de la batalla, la escuadra alemana anduvo victoriosa por los puertos chilenos y retrasó su partida a su futuro destino en 18 días. Esto perdería a Von Spee, pues le daría tiempo a los ingleses para preparar la venganza a la afrenta de Coronel.

En la rada de Coronel, hay una placa recordatoria en honor a los caídos en el combate.

Batalla de Caporetto


La Batalla de Caporetto, también conocida como Batalla de Karfreit por los Imperios Centrales, tuvo lugar desde el 24 de octubre hasta el 9 de noviembre de 1917. El combate se libró en las cercanías de Karfreit (hoy Kobarid, Eslovenia) en la frontera austroitaliana, donde se encontraba el Frente Italiano durante la Primera Guerra Mundial. El combate utilizó nuevas formas de teoría militar elaboradas por los estrategas alemanes y utilizadas por primera vez contra los italianos. Esas elucubraciones preveían concentrar pequeños grupos de soldados que rompieran la línea del frente enemigo en una distancia máxima de uno o dos kilómetros (usualmente las ofensivas se desarrollaban en unos treinta kilómetros) y que amenazaran las tropas que no se habían movido desde el frente. Las tropas austrohúngaras, reforzadas con efectivos alemanes, rompieron el frente italiano, y dispersaron al ejército ítalo, que no disponía prácticamente de reservas móviles. El botín de la ofensiva austroalemana fue cuantiosísimo, y la derrota del ejercito italiano una de las peores de toda la Gran Guerra. Más de trecientos mil hombres fueron capturados por los austriacos, y otros trecientos mil cesaron de actuar como fuerza organizada y tuvieron que ser reorganizados. Las fuerzas austroalemanas avanzaron más de 100 kilómetros en dirección a Venecia, pero fueron incapaces de cruzar el río Piave, donde los italianos habían establecido una nueva línea defensiva, que se mantuvo durante el resto de la guerra. Durante esta batalla, el batallón dirigido por Erwin Rommel desempeñó un importante papel. Preocupados por la situación italiana, los aliados convocaron una conferencia en Ravenna, donde el Rey Vittorio Emmanuele les aseguró que el ejercito italiano iba a mantener sus posiciones sin problema alguno. Y así fue: hasta el final de la guerra en 1918 el frente italiano se estabilizó en la línea del río Piave, desde el cual, el 30 de octubre 1918, el regio ejercito lanzó la ofensiva que derrotó al Imperio Austrohúngaro, lo que aceleró notablemente el fin de la guerra europea.

Los sangrientos resultados de la Batalla de Caporetto fueron vívidamente descritos por Ernest Hemingway en su novela Adiós a las armas (A Farewell to Arms).

Entre los generales italianos, dirigidos por Luigi Cadorna, se encontraba también Pietro Badoglio. El término «Caporetto», tras esta batalla, cobró un significado especial en Italia, y fue utilizado para designar una terrible derrota —la fallida huelga general de 1922 por parte de los socialistas fue bautizada por Mussolini como el «el Caporetto del socialismo italiano»

Batalla de Arras


La Batalla de Arras fue una ofensiva británica durante la Primera Guerra Mundial. Desde el 9 de abril al 16 de mayo de 1917, tropas británicas, canadienses y australianas atacaron las trincheras alemanas cerca de la ciudad francesa de Arras.

Durante gran parte de la guerra, los ejércitos opositores del frente occidental se encontraban en un punto muerto, con una línea continua de trincheras que se extendía desde la costa belga hasta la frontera con Suiza. En esencia, el objetivo aliado desde principios de 1915 era romper las defensas alemanas y penetrar hacia el espacio abierto que había detrás y entablar combate con el ejército alemán, numéricamente inferior, en una guerra de movimiento. La ofensiva de Arras se concibió como parte de un plan para provocar este resultado. Se planeó en conjunción con el Alto Mando Francés, que simultáneamente se embarcó en un ataque masivo (la Ofensiva Nivelle) unos ochenta kilómetros al sur. El objetivo fijado de esta operación combinada era terminar la guerra en cuarenta y ocho horas. En Arras, los objetivos inmediatos del Imperio Británico eran más modestos:  atraer a las tropas alemanas desde territorio elegido para el ataque francés y ( capturar el terreno elevado, ocupado por los alemanes, que dominaba la llanura de Douai.

Los esfuerzos iniciales se centraron en un asalto relativamente amplio entre Vimy al noroeste y Bullecourt al sureste. Tras un considerable bombardeo, las tropas canadienses, que avanzaban hacia el norte, consiguieron capturar la significativa cresta de Vimy, y las divisiones británicas del centro también consiguieron importantes avances. Sólo en el sur, donde las fuerzas británicas y australianas fueron frenadas por una defensa elástica, se consiguieron pocos avances. Tras estos éxitos iniciales, las fuerzas británicas entablaron una serie de operaciones a pequeña escala para consolidar las posiciones recién ganadas. Aunque en general estas batallas tuvieron éxito en sus limitados objetivos, muchas de ellas tuvieron como resultado un número de bajas relativamente grande.

Cuando la batalla terminó oficialmente el 16 de mayo, las tropas del Imperio Británico habían hecho progresos significativos, pero no habían conseguido un avance importante en ningún punto. Se probaron en batalla varias tácticas experimentales —por ejemplo, la barrera de artillería rodante, el detonador instantáneo graze fuze, y el fuego anti-batería—, especialmente en la primera fase, y habían demostrado que los asaltos planificados contra posiciones muy fortificadas podían tener éxito. Este sector volvió al punto muerto que tipificó la mayor parte de la guerra en el frente occidental.

Antecedentes políticos

Los años de guerra fueron tiempos de gran agitación. Los políticos de París y Londres se encontraban bajo una gran presión por parte de la prensa, el pueblo y sus parlamentos para que dieran fin a la guerra. Las bajas de las batallas de Gallípoli, del Somme y de Verdún habían sido muy altas y había pocas perspectivas de una victoria a corto plazo. El primer ministro británico, H. H. Asquith, dimitió a principios de diciembre de 1916, y fue sucedido por el "mago galés", David Lloyd-George. En Francia, el premier Aristide Briand, con el temible general (más tarde mariscal) Hubert Lyautey como ministro de defensa, estaba políticamente tocado y dimitiría en poco tiempo, en marzo de 1917.

Mientras, al otro lado del Atlántico, Estados Unidos estaba cerca de declararle la guerra a Alemania. La opinión pública americana estaba cada vez más agitada por una larga serie de ataques importantes de U-Boots contra barcos civiles, empezando por el hundimiento del RMS Lusitania en 1915 y culminando con el torpedeo de siete mercantes norteamericanos a principios de 1917. El Congreso de los Estados Unidos le declaró finalmente la guerra al Imperio alemán el  de abril de 1917, pero pasaría más de un año antes de que se pudiera levantar, entrenar y transportar a Francia un ejército adecuado.

Antecedentes estratégicos

Aunque los franceses y británicos pretendían lanzar un ataque en la primavera de 1917, dos desarrollos pusieron minaron el plan. Primero, en febrero, Rusia rehusó comprometerse a una ofensiva conjunta, lo que significaba que la ofensiva a dos frentes que se había planeado se reduciría a un asalto únicamente francés a lo largo del río Aisne. Segundo, el ejército alemán empezó a retirarse y consolidar sus posiciones a lo largo de la línea Hindenburg, descolocando así las suposiciones asumidas para los planes de la ofensiva francesa. De hecho, hasta que las tropas francesas avanzaron para compensar durante la Batalla de Arras, no se encontraron tropas alemanas en la zona planeada para el asalto. Dados estos factores, al principio no estaba claro si la ofensiva prosperaría. El gobierno francés existente necesitaba desesperadamente una victoria para evitar una agitación civil masiva en casa, pero los británicos recelaban de proceder en vista de los cambios tan rápidos que se estaban produciendo en la situación táctica. Sin embargo, en un encuentro con David Lloyd George, el comandante en jefe francés Robert Nivelle consiguió convencer al primer ministro británico de que, si los británicos lanzaban un ataque de distracción para alejar a las tropas alemanas de la zona del Aisne, la ofensiva francesa podría tener éxito. Se acordó que el ataque francés al Aisne se llevaría acabo a mediados de abril y que los británicos harían un ataque de distracción en la zona de Arras, aproximadamente una semana antes.

Batalla de las Ardenas


La Batalla de las Ardenas (1914) fue una de las batallas iniciales de la Primera Guerra Mundial. Tuvo lugar entre el 21 y el 23 de agosto de 1914 en los bosques de la zona del mismo nombre, en el marco de lo que después se llamó la batalla de las fronteras. El comandante en jefe francés, Joseph Joffre, siguiendo las directrices del Plan XVII, ordenó un avance a través de los bosques de Las Ardenas para apoyar la invasión francesa de Lorena. Ignorando el alcance del Plan Schlieffen, los franceses creyeron que el avance alemán sobre Bélgica era el eje principal de movimiento en una maniobra clásica de envoltura, con lo que el centro de la línea alemana contaba con tan pocos efectivos que podrían atravesarlo y dividir al enemigo en dos grupos separados. En su lugar, se dieron de frente en medio de Las Ardenas con la parte central del “rodillo” previsto en el Plan Schlieffen, el eje sobre el que pivotaba todo el flanco derecho germano. Las fuerzas francesas, los ejércitos tercero y cuarto, esperando encontrar tan solo resistencia ligera, se enfrentaron al avance de los ejércitos alemanes cuarto y quinto durante dos días de combates.

Inicio de la batalla: El primer día

El Plan XVII, bajo el que actuaban los franceses, asumía que la presencia alemana en Las Ardenas era ligera, formada principalmente por el flanco izquierdo del cuerpo central alemán, al que suponían avanzando a paso de carga hacia Bélgica. Bajo esa perspectiva, el avance sobre Lorena, además de ser requerido para recuperar suelo francés perdido en 1870, era también una buena solución estratégica, pues amenazaba todo el flanco enemigo con una penetración que podría llegar a dividir sus fuerzas en dos.

El avance francés sobre Lorena se había iniciado el día 14 de agosto, y aún se peleaba con intensidad creciente el 20 de agosto, fecha en que los alemanes lanzaron un furioso contraataque. De hecho, las cosas empezaban a pintar mal para las armas de Francia. La resistencia alemana era superior a lo esperado. Ese mismo día a primera hora llegaron informes al alto mando francés afirmando que se había visto grandes concentraciones de tropas alemanas avanzando hacia el Meuse, más al norte y en dirección a Bélgica.

Creyendo que los alemanes proseguían su avance hacia Bélgica, dejando Las Ardenas con poca guarnición, el mariscal Joffre ordenó un ataque por sorpresa en la zona para el día siguiente. A fin de mantener ese factor sorpresa, se prohibieron los reconocimientos previos por parte de patrullas, que de ser detectadas por el enemigo habrían podido delatar las intenciones francesas. Muchos han argumentado después que esa medida solo logró causar sorpresa a los franceses. En cualquier caso, los ejércitos franceses tercero (liderado por el general Pierre Ruffey) y cuarto (liderado por el general Fernand de Langle de Cary) empezaron a maniobrar para lanzarse al asalto del bosque al día siguiente, el tercero por el sur y el cuarto un poco más al norte. El quinto ejército francés, que podía haber actuado como fuerza de reserva, fue enviado de urgencia a Charleroi al tenerse noticias de un incremento de tropas alemanas en la zona.

Pero los alemanes no tenían en la zona un puñado de tropas de guarnición, sino los ejércitos cuarto y quinto, liderados respectivamente por el duque Alberto de Württemberg y el Príncipe Guillermo de Prusia. Habían iniciado su avance a través de los bosques el día 19 de agosto, construyendo defensas para aprovechar el tiempo que el Plan Schlieffen les forzaba a estar parados, ya que debían avanzar más lentamente que el ala derecha alemana, que debía recorrer más distancia. Eran muchos más de los esperados por los franceses, y estaban atrincherados en sus posiciones.


Para acabar de poner las cosas interesantes, el día 21 de agosto amaneció con una densa niebla, por lo que las vanguardias de ambas fuerzas se dieron de bruces casi literalmente. Entre la niebla, que no permitía reconocimientos en profundidad, y su planificación, las tropas de vanguardia francesas creyeron haber topado con una pequeña fuerza alemana de pantalla. El día pasó con breves escaramuzas a causa de la poca visibilidad, con los franceses preparándose para arrollar a grupos dispersos de alemanes al día siguiente. Pero la realidad es que se enfrentaban en inferioridad numérica a una fuerza parapetada en posiciones defensivas. Ruffey lo sospechaba, a partir de sus propias observaciones y de informes recibidos de refugiados, pero sus envíos de dichos informes al cuartel general de Joffre no obtuvieron nunca respuesta.

La batalla: el segundo día

El 22 de agosto amaneció despejado y las tropas francesas se lanzaron al asalto vistiendo sus uniformes de color azul y rojo, a pesar de las preocupaciones de Ruffey sobre el tamaño real de las fuerzas alemanas. Fueron hechos pedazos por las ametralladoras alemanas y el fuego de fusilería. Los contraataques alemanes se dieron de frente con la artillería ligera francesa de 75 mm, que causó también gran cantidad de bajas. Pero al final del día, de los cuatro ejes de avance franceses (Virton, Tintigny, Rossignaland y Nefchateau), tan solo en Virton se había logrado algún éxito. En todos los demás, los supervivientes se vieron rechazados a sus posiciones de partida. Muchas unidades, como la Sexta división colonial argelina, habían sido aplastadas por completo (en el caso de la sexta incluso fallecieron los generales Raffenel y Rondoney, jefes de división y de brigada respectivamente). La cuenta de muertos del día pasó de los diez mil. Heridos, más del doble.

Al final del día, Ruffey estalló en un torrente de improperios contra la ceguera e incompetencia de su propio cuartel general y su “costumbre” de ignorar los informes. Eso creó una animadversión entre él y Joffre que tendría consecuencias posteriores. En cualquier caso, las unidades francesas estaban totalmente destrozadas tras el combate y muchas habían dejado de existir. Los alemanes por su parte apenas se habían movido de sus posiciones, exceptuando la pérdida de la zona de Virton, y a pesar de la gran cantidad de bajas, mantenían a todas sus unidades en la línea.

El final: el tercer día

El 23 de agosto sucedió lo que todos esperaban ya desde la noche antes. Los alemanes, conscientes del estado de las fuerzas enemigas, lanzaron su asalto. Las tropas francesas restantes no solo no fueron capaces de repelerlo, sino de mantener siquiera un atisbo de organización, y se lanzaron a una huida desorganizada, apenas repelida por los hombres del quinto ejército, enviado de vuelta apresuradamente, y que no pudo hacer más que retrasar el avance alemán. La retirada ya no se detendría hasta alcanzar la línea del Moselle.


martes, 4 de noviembre de 2008

Inicios


La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado a escala mundial desarrollado entre 1914 y 1918. Originado en Europa, por la rivalidad entre las potencias imperialistas, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta. Fue en su momento el conflicto más sangriento de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran Guerra o la Guerra de Guerras.
A finales del
siglo XIX, Inglaterra dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político. Alemania y Estados Unidos le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX se produjo la repartición de África (a excepción de Liberia y Etiopía) y Asia Meridional, así como el gradual aumento de la presencia europea en China, Estado en franca decadencia.
Estados Unidos y, en menor medida, el Imperio Ruso controlaban eficientemente sus vastos territorios, unidos por largas líneas férreas (ferrocarril Atlántico-Pacífico y Transiberiano, respectivamente). Inglaterra y
Francia, las dos principales potencias coloniales, se enfrentaron en 1898 y 1899 en el denominado incidente de Faschoda, en Sudán, pero el rápido ascenso del Imperio alemán hizo que los dos países se unieran a través de la Entente cordiale. Alemania, que solamente poseía colonias en Camerún, Namibia, África Oriental, algunas islas del Pacífico (Islas Salomón) y enclaves comerciales en China, empezó a pretender más a medida que aumentaba su poderío militar y económico posterior a su unificación en 1871. Una desacertada diplomacia fue aislando al Reich, que sólo podía contar con la alianza incondicional de Austria-Hungría.
Francia deseaba la revancha de la derrota sufrida frente a Prusia en la
Guerra Franco-prusiana de 1870-1871. Mientras París estaba asediada, los príncipes alemanes habían proclamado el Imperio (el llamado Segundo Reich) en el Palacio de Versalles, lo que significó una ofensa para los franceses. La III República perdió Alsacia y Lorena, que pasaron a ser parte del nuevo Reich germánico. Las generaciones francesas de finales del siglo XIX, sobre todo el Ejército, crecieron con la idea de vengar la afrenta recuperando esos territorios. En 1914 sólo hubo un 1% de desertores en el ejército francés, en comparación con el 30% de 1870.
Mientras tanto, los
países de los Balcanes liberados del Imperio Otomano (el «enfermo de Europa») fueron objeto de rivalidad entre las grandes potencias. Turquía, que se hundía lentamente, no poseía en Europa —hacia 1914— más que Estambul, la antigua Constantinopla. Todos los jóvenes países nacidos de su descomposición (Grecia, Bulgaria, Rumania, Serbia, Montenegro y Albania), buscaron expandirse a costa de sus vecinos, lo que llevó a dos conflictos entre 1910 y 1913, conocidos como Guerras Balcánicas.
Impulsados por esta situación, los dos enemigos seculares del Imperio Otomano continuaron su política tradicional de avanzar hacia Estambul y los Estrechos. El
Imperio Austrohúngaro deseaba proseguir su expansión en el valle del Danubio hasta el mar Negro, sometiendo a los pueblos eslavos. El Imperio Ruso, que estaba ligado histórica y culturalmente a los eslavos de los Balcanes, de confesión ortodoxa —ya les había brindado su apoyo en el pasado— contaba con ellos como aliados naturales en su política de acceder a «puertos de aguas calientes». Evidentemente, estas políticas opuestas entre una potencia católica y otra ortodoxa provocaron enfrentamientos.
Como resultado de estas tensiones, se crearon vastos sistemas de alianzas a partir de 1882:
de una parte, Francia, el Imperio Británico y el Imperio ruso (
Triple Entente) y
el Imperio alemán, el Imperio Austrohúngaro e Italia (
Triple Alianza).
A este período se le conoce como
Paz armada, ya que Europa estaba destinando cuantiosas cantidades de capital al armamento y, sin embargo, no había guerra, aunque se sabía que ésta era inminente.
La guerra comenzó como un enfrentamiento entre Austria-Hungría y Serbia, pero Rusia se unió al conflicto, pues se consideraba protectora de los países eslavos y deseaba socavar la posición de Austria-Hungría en los Balcanes. Tras la declaración de guerra austrohúngara a Rusia el
1 de agosto de 1914, el conflicto se transformó en un enfrentamiento militar a escala europea. Alemania respondió a Rusia con la guerra, obligada por un pacto secreto contraido con la monarquía de los Habsburgo, y Francia se movilizó para apoyar a su aliada. Las hostilidades involucraron a 32 países, 28 de ellos denominados «Aliados»: Francia, los Imperios Británico y Ruso, Canadá, Estados Unidos (desde 1917), Portugal, Japón, así como Italia, que había abandonado la Triple Alianza. Este grupo se enfrentó a la coalición de las «Potencias Centrales», integrada por los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano-Turco, acompañados por Bulgaria.